martes, marzo 20, 2007

De las playas de Aragua a La Guaricha


Llegamos a Valencia, visitamos a unos amigos, al Sr. Rafael Martínez y a su esposa la Sra. Alba, como siempre nos hicieron sentir como en casa. El domingo salimos a Maracay, allí nos encontramos con mi amigo y colega Angel Rincón, es cocinero, fue mi socio y fundamos juntos el proyecto Odisea Culinaria. Mi amigo chiquito, como es conocido, se vino a vivir a Maracay a trabajar y a estudiar cocina, estudia en High Training, la escuela de cocina. Mi amigo es sumamente talentoso, es un cocinero dedicado y muy apasionado. Antes de comenzar a estudiar formalmente cocina, trabajó en varios restaurantes de Mérida, entre ellos Apicius y el Diván de Changó, donde se desempeñó con mucha diligencia. Teníamos más de un año sin vernos, así que fue muy bueno vernos, además lo menciono aquí porque se quejó que nunca antes lo nombrè en el blog.

Bueno, de Maracay nos fuimos a Cuyagua, con una parada en la Boca y otra en Cata, tenía tiempo sin venir por allí. Las playas son hermosas y bien cuidadas, para mí lo mejor de las playas de Aragua es su ambiente, pero creo también que su belleza es embrujante. Llegamos a Cuyagua y la pasamos excelente, de allí, de la playa nos fuimos a la finca de la familia de chiquito, queda en Mariara, se llama la Guaricha, es espectacular. Allí tienen siete hectáreas de mangos de primera calidad y dos galpones donde actualmente crian veintemil pollos. La finca la fundó su abuelo Maximiano Figueroa, quien es considerado el padre de la fruticultura en Venezuela. Estudió Agronomia en Brasil y se especializó en frutales, dio grandes aportes al país. Actualmente vive en Santa Elena de Uairén en su finca donde siembra sus amados frutales. Se imaginaran que la Guaricha está llena de frutales, tienen unas cien matas de níspero de excelente calidad, matas de mandarinas, grapesfruits, tangelos, variedad que me la presentaron ellos, es una mezcla de toronja, mandarina y naranja, o algo así, es una maravilla. Una granja como esa me hace sentir feliz y orgulloso de los venezolanos que trabajan duro y que creen en el país.

Allì en la Guaricha cocinamos una pasta de espinacas con unos cubos de mero marinados con anís y neguilla, una especia que no conocía, quedó delicioso. Fue bueno volver a cocinar con mi amigo Chiquito.

En la finca nos atendió el tio de chiquito: Manuel, él lleva las riendas de la granja, es un buen amigo y muy amable, nos atendió estupendamente. También conocimos a Yoko, un yugoslavo todo un personaje, quedamos en que la próxima vez que los visitaramos él iba a cocinar un plato de su tierra llamado pólvora. Nos quedamos el lunes en la finca, sabroseando, descansando y pasandola muy bien, y en la noche regresamos a Valencia, dejando primero a mi amigo en Maracay.

Estoy muy contento con el viaje, el martes estaré en San Felipe, salgo muy temprano para allá, estoy emocionado. Les llevo, caviar de trucha y vino de mora, veremos que les parece lo que les llevo.


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