jueves, agosto 21, 2008

EL FACEBOOK, LA NIÑEZ, EL SENTIDO DEL GUSTO, MI VIEJA AMIGA Y LOS DULCES DE TAMARINDO


Por obra y gracias de la tecnología facebukeana hemos encontrado a muchos amigos de infancia que de otra manera hubiese sido imposible reencontrar. Por ejemplo hace un par de días encontré a una amiga del Colegio Seráfico donde estudié la primaria, realmente no estaba seguro de conocerla y ella, Dayana, me aseguró que me recordaba perfectamente; que una vez ella jugando en el Colegio se tropezó con otra niña y con los dientes se cortó la lengua, manaba la sangre y ella lloraba, se le acercó un niño y le dió un dulce de tamarindo, diciéndole que eso la iba a ayudar. Esos dulces/ácidos los vendían envueltos en papel celofán transparente o en unos cofrecitos de plástico, como juguetico de piñata, que luego de comerse el dulce servían para jugar. Era como una especie de goma de mascar o pasta de tamarindo con la adición de un poco de azúcar haciéndolos en el mejor de los casos agri-dulces. Recuerdo que cuando los comíamos, sin poder deterlo se nos cerraba un ojo por la acidez de la golosina. A Dayana le ardía la lengua con el tamarindo que el niño le dió para que se sientiera mejor, pero él le pidió que aguantara porque eso le iba a hacer bien. El niño que le ofreció el tamarindo fui yo, ¿De donde saqué la peregrina idea de que eso la iba a ayudar?, no lo sé; pero aún hoy, chorrocientos años después, Dayana me recuerda por eso y recuerda los dulcitos de tamarindo deliciosos, por cierto extintos en mi país, nunca más supe que los vendieran.

La memoria dicen que está asociada al olfato y por ende a la glándula pituitaria, y el sabor está directamente asociada al olfato, así que el olor y el sabor del tamarindo y quizás de la sangre fijaron en la memoria de mi querida Dayana el recuerdo de ese niño que la ayudó. Quizás es sólo una excusa la mía de contar esta historia que me conmovió hace unas horas y me hizo recordarla a ella, mi vieja amiga de infancia, a la que nunca más vi y esos dulcitos de tamarindo que nos unen a pesar de las distancias espacio-temporales. ¿Quién sabe que otros dulces harán que alguien nos recuerde?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de llegar de las vacaciones y una de mis citas obligadas era y es ver que pasa por la Odisea, me ha emocionado este recuerdo, porque me remite a uno, que deberé contar en La Caja.
Un abrazo de reencuentro

Antonio Gámez dijo...

Gracias,

Un abrazo Sole, estaré pendiente de leer tu recuerdo.