sábado, febrero 20, 2010

LA JOVEN DE LAS ESPECIAS



Tienda de Tila en La Joven de las especias


Ayer en mi afición por las películas de cocina o afines, ví La joven de las especias, aunque de verdad es una película romántica y un poco aburrida por lo predecible me gusto mucho el tratamiento del tema de las especias y de las raices y tradiciones. La tienda de la protagonista que es una iniciada en los secretos de las especias, condimentos y hierbas es un lugar soñado. Tiene tantas cosas en su tienda que provoca meterse a comerciante de las mismas. En su patio un huerto de hierbas, toda una maravilla. Quisiera más de un cocinero amoroso por los condimentos tener un restaurant con ese huerto.

Ahora bien me hizo pensar la película la poca exploración que de las especias hacemos, por lo general se pone de moda un condimento o una hierba o una especia y se usa, muchos cocineros tienen sus preferencias o sus épocas. Yo pasé del polvo cinco especias a la Dacka árabe como de los años 90 a la época actual, sin casi ningún trauma. Hay especias que casi no se usan por estos lares y algunas olvidadas, hay algunas desconocidas. Una cosa destacable es que su protagonista (la joven especiada) dice que cada persona tiene una especia, habría que pensar que especia es cada quién y por qué, sería una bella pregunta de encuesta culinaria.

Algo curioso de la película es la escena amorosa en donde los protagonistas desnudos luego de los juegos amorosos reposan sobre chiles rojos, una vez me pasé la mano por la cara luego de manipular ajíes picantes y de verdad fue horrible, no me imagino poner mis partes nobles sobre ajíes rojos picantes... un poco masoquista o un uso un tanto extraña de los chiles. Merece la pena ver la película para disfrutar de diálogos maravillosos sobre las propiedades de las especias e imaginarnos como cocineros expertos en las propiedades mágicas de las mismas.

jueves, febrero 18, 2010

CAFÉ CON LECHE y LA INDUSTRIA CAFETALERA EN VENEZUELA


Café con leche
Albert Anker (Suiza, 1831-1910)

1.- Desayunar con café nunca ha sido mi costumbre, aunque en Venezuela es casi ritualístico el tomar café en la mañana. Mi abuela Valeria, de la que ya he hablado varias veces; si no toma su café en la mañana luego le duele la cabeza, algo como síndrome de abstinensia. Mi familia por parte de padre es familia de café, tenían tierra cafetaleras en los llamados pueblos del norte del Estado Mérida, allí en su casa se molía café para el uso diario, café de la propia finca, el aroma del café en la mañana es una memoria gustativa (olfativa) de muchos amigos. Mi padre, quien no es tomador de café adora el aroma de café en las mañanas, extraña cosa esta. La arquitectura de las zonas cafetaleras está influída por el rubro, ese patio central de las casas está hecho para secar el café. Café de Zea, café de Torondoy, café de La Victoria, café de Santa Cruz de Mora, café de la Azulita bonita, café de San Cristobal de Torondoy, salía por el puerto de Gibraltar o de la Ceiba a Maracaibo y de allí al exterior. Venezuela vivió del café hasta la llegada del petróleo, quizás el petróleo nos alejó del café, su cultivo, su bella cultura.

2.- Acá en Venezuela no se desayuna dulce, es decir no tenemos ni magdalenas, ni medias lunas, ni muchas tostadas con mermelada, aunque algunas personas toman sus tostadas con dulce en las mañanas no es lo común acá, pero el café con leche si está presente en la mesa del desayuno.Café clarito como se dice con mucha leche, humeante, delicioso, en taza grande, junto al plato con arepas, o a las empanadas, o a los pastelitos o al plato con tostadas y huevo frito. El café con leche en el desayuno es un ritual de muchas familias andinas. En el llano se toma el cafe en taza pequeña de peltre muy caliente, la taza pequeña es para tomar varias veces. Acá en los Andes tomamos una taza grande de cafe colado en mochila, con leche de vaca recién ordeñada, que tiempos esos. Los tomamos, ahora, de cafetera eléctrica Oster con leche super aguada de cartón, quizás hasta café instantáneo con coofeemate... Cómo cambian las cosas.

3.- Vía la Azulita bonita, hay una casita cuando la carretera luego de bailar con los prados del Capaz y del Macho comienza a bajar a la selva nublada, allí en ese negocito se comen arepas de trigo con cuajada hecha allí mismo y café con leche. Con café artesanal de la Azulita y leche de vaca recién ordeñada, allí en la parte de atrás de la casita se puede ver a Marilú, la vaquita que provee de leche al negocio.

4.- En Venezuela hay cultura de café de máquina, de café estilo italiano, muchos inmigrantes nos trajeron esta costumbre, y tenemos al menos treinta maneras de tomar el café: guayoyo, expreso, marrón, marrón fuerte, tetero, machiato, y muchas variedades y derivaciones que dejan al cafecito con leche de último pero no menos importante de un lista larga y caprichosa. En La Parroquia el Señor Martín es una institución, con más de 40 años haciendo café y con una infancia en donde recogió café en la tierra de donde es oriundo. Allí, en su negocio se toma el mejor café de la ciudad, influye el operador de la máquina, que es el propio Martín; y el café que compra que es artesanal.

5.- Las grandes empresas de café en Venezuela explotan al campesino, fijando los precios con un monopolio que no ha hecho más que perjudicar la calidad del café en el país. Pero una nueva movida se viene urdiendo con productores orgánicos de café y cada vez más gente interesada en tomar mejor café, moler su propio café, dueños de sus propias máquinas de expreso, o cafeteras tipo francés. Hoy día el gusto por el café se va renovando con iniciativas como la de café Boundy o Bila Café, que hacen mezclas mejores y adquieren cafés orgánicos y de mejor calidad.

6.- Yo que no tengo la costumbre de tomar café en las mañanas, me merendaré hoy con una taza humenate de café con leche, el café es artesanal y la leche de cartón, nada es perfecto; pero recordaré hoy la tradición de mi país, el negocio de mi familia y la antigua tradición casi ritualística del café con leche.