viernes, febrero 14, 2025

La amistad, los recuerdos, los jardines y el hacha


 

Cómo definir la amistad? Pienso en ello, y me parece que una relación afectiva entre dos personas, basada en el respeto, el cariño, la lealtad y la confianza, se queda corta como definición. Afecto, cariño son casi sinónimos, pero cómo puedo pensar sobre eso, si la amistad no es algo que surge en el pensamiento, surge en tu cuerpo emocional. La amistad se siente. En la amistad suele haber afinidad, intereses comunes y una notable admiración mutua, pero sobre todo comodidad. La amistad es una relación que está basada en el afecto, la afinidad, la confianza pero debe tener algo de admiración mutua.

Siempre tengo presente a Epicuro que hizo un catálogo entre lo que es realmente valioso en la vida de un ser humano, y después de largo pensar concluyó que sólo hay dos cosas infinitamente valiosas para el hombre: la amistad y cultivar un jardín. Por cierto ambas cosas muy parecidas, y ambas cosas muy apreciadas por mí. 

Hace unos días un gran amigo, de esos que no ves mucho, pero que sabes que están ahí, que te tienen cariño, te desean lo mejor, que hay respeto, admiración y un afecto inquebrantable, como deben ser los hombres justos, de sentimientos que no se puedan quebrar. Un amigo ejemplo de profesional, de venezolano, de hombre, de padre de familia y por su puesto de amigo.

Me llamó y me regaló un hacha, un hachuela digamos porque es para usar con una sola mano. Una pieza maravillosa elaborada por el artesano    de Tintorero, en Lara. La cabeza elaborada con el disco de corte usado de su máquina de cortar la madera. Labrada con artificio y paciencia, pero con una pasión que se siente sólo la verla. El cabo del hacha, está elaborado con la madera que quizá más aprecio en el mundo: La Vera (Bulnesia arbórea) que además es una madera sagrada en Venezuela, con la que se elabora  entre otras cosas los mejores garrotes para el juego de palos.

El hacha venía acompañada de una carta a mano, (cosa curiosa en esta época digital) con un profundo y sentido mensaje que resumo como una carta de amistad. Donde entre muchas cosas bellas y conmovedoras que dice, habla de la amistad, la verdadera. También expresa que el hacha hay que mantenerla como a la voluntad, siempre afilada, y que si pierde el filo hay que tomarse el tiempo, haciendo una pausa de ser necesario para afilarla y reordenarse. Con calma, con reflexión, con introspección.  También expresa que la madera y el fuego están íntimamente relacionadas, que el fuego y la cocina son uno sólo, que siendo oficiante del sagrado oficio del fuego, es necesario que pueda cortar la madera para producir el fuego. Quizá el Doctor, mi amigo es conocedor de las antiguas ordenes donde enseñaban que es fuego, el amor, la amistad, el espíritu, la cocina y Dios… están cercanos y son una misma cosa.

Una carta con atisbos de filosofía, de magia, de obra alquímica, de profunda y completa humanidad. Qué nos caracteriza a los seres humanos, además del habla, el dominio del fuego, el amor, el poder cocinar nuestros alimentos sino es otra cosa que la amistad.

Agradezco por acá a todos los amigos que he tenido en este mi tránsito por la vida, he sido afortunado pues he tenido abundancia de amigos. A los que están siempre cerca, a los que están aunque no parezca, a los que ya no están en este mundo, con los que ya no compartimos la vida, a todos gracias, a todos gracias, a todos gracias. Porque sin ustedes no sería quién soy, ni estaría donde estoy, ni podré ir a donde voy. A todos aunque ya no estén, los llevo en mi corazón.

Gracias Dr. Eduardo Echenegucia por su amistad, y por esta hacha símbolo de tantas cosas y recuerdo de nuestra amistad.


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