Cuentan que en el sitio que los turcos hicieron a Viena en 1683, los turcos comenzaron a hacer un túnel bajo las murallas. Trabajaban bajo el amparo de la noche para que los austríacos no sospecharan, pero los panaderos que trabajaban de noche, oyendo el ruido de palas y de trabajo bajo tierra dieron aviso al Rey y a su ejército. Así, el Rey en agradecimiento les concedió a los panaderos varios beneficios, entre ellos el de usar espada al cinto. Los panaderos en agradecimiento inventaron dos panes: uno llamado emperador y otro en forma de media luna, para burlarse de los estandartes turcos, ese pan fue: el croissant.
El fin de semana estaba en San Antonio de los Altos y desayunamos en una panadería llamada La Bagatella. Yo que como buen gocho no acostumbro a desayunar en panaderías, sino más bien empanadas, arepas o algo más sustancioso, puse el ceño fruncido cuando el plan de mis primos era el de desayunar en la panadería. Ya en el sitio, ellos me recomendaron los cahcitos y hojaldres rellenos: Crema de camarón, queso crema con pavo, queso crema con tocineta y cebollín, jamón. Pues, desayune encantado de la vida, y puedo decir que esos hojaldres, cachitos, croissant o pastelitos son de los mejores que he degustado en mi vida, tanto que mientras escribo esto se hornean unos intentos de hojaldres en mi cocina, no creo que queden igual. A partir de ahora seré menos gocho y cada vez que viste San Antonio iré a esa panadería a desayunar.
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