"amo las papas, me casaría con una.
Lamentablemente ese matrimonio no funcionaría,
yo terminaría comiéndola tarde o temprano..."
Ashanty del Blog : Pásele y Cene
1.- Uno de los descubrimientos que más sorpresa me ocasionaron de niño fue el de darme cuenta que la papa era un tubérculo, es decir una parte de la raíz de la planta donde ella, (la planta); almacenaba energía. Una especie de lomo de camello vegetal. Me cuenta mi papá que cuando yo era un bebé ibamos a pasar el fin de semana en Timotes, en ese mismo pueblo donde vivió Andrés Eloy Blanco y donde escribió el poema de la Loca Luz Caraballo, basado en los cuentos que el niño Edecio Larriva Araujo le refirió. Allí en Timotes, pueblo donde nació mi tío Luis Enrique, en la posada donde pernoctabamos nos dieron de desayunar un caldo de papas. Eso quizás podría decirse que es una variante de la pizca andina, aunque por los páramos jamás he oído que le digan pizca a la sopa hecha con papas, huevo, leche y cilantro; más bien caldo de papas, de huevo o caldo de zorro. Con un plato de caldo de papas en frente el bebé que se suponía que tomaría un par de cucharadas se tomó todo el plato, y al ver que se acabó, grito por más. La dueña de la posada sorprendida por el crio comelón corrió y buscó más sopita, que no quizo cobrar. Desde bebé un comelón, desde bebé amante de la pizca, desde bebé sorprendido por la papa.
2.- El segundo descubrimiento importante en mi niñez fue el de que la papa, alimento de millones de personas, ese tubérculo que salvó de la hambruna a Europa, que ha sostenido a la América toda, que su versatilidad la hace casi un ingrediente mágico es un producto completamente americano. Me sorprendió también enterarme que la patata y la papa eran la misma cosa, y que la papa y la batata no eran lo mismo. Ahora me sorprendió que la etimología de patata se debe a un cruce de la palabra de origen Quechua papa y a la palabra batata, que no son lo mismo. Mucho más me sorprendió cuando estudiaba francés enterarme que para los galos la papa es una manzana de tierra (pomme du terre) dicen que por la textura y la forma. Yo he amado la papa desde mi infancia, uno de los antojos del embarazo de mi madre fue puré de papas, quizás antes de nacer amé a este producto que nos une a todo el continente americano.
3.- Me sorprendió saber que existen solo en el Perú más de tres mil variedades de papas, algunas solo se dan allá. Variedades estas no manipuladas genéticamente en un laboratorio. Me sorprendió más saber que estiman que la domesticación de la papa tiene al menos 10.500 años y han comprobado por medio de fósiles que al menos tiene 7000 años. Diezmil quinientos años, ¿No es sorprendente? Otra sorpresa para mí fue que los vegetales se domesticaban, me imagino rebaños de papas corriendo en libertad por el altiplano andino. Bella imagen, bandadas de papas volando sobre los picos nevados de la cultura precolombina. No crean que los de los fósiles no me dejó boquiabierto, imaginarme papas gigantes, dinosauricas, mounstrosas.
4.- Otra sorpresa es la de que con más de tres mil variedades en el Perú y al menos 40 variedades en Venezuela cuando vas al supermercado sólo venden tres o cuatro y en los mercados quizás con suerte cinco o seis variedades. Me cuentan mis amigos botánicos que la simplificación de las papas y la pérdida de las variedades autóctonas se debe a la necesidad del mercado de papas grandes, blancas, firmes y con ojos poco profundos para la elaboración de las papas fritas al estilo americano. Yo amo las papas fritas pero me sorprendió y me entristeció más de lo que acá puedo expresar el saber de que los vegetales como los animales también se pueden extinguir. Variedades de papas extintas, desaparecidas para siempre, papas en peligro de extinción, y hasta hay instituciones como El Banco de la Papa, que lucha por tratar que no se extingan esas especies en peligro.
5.- En la Parroquia había una bodega o más bien pulperia que vendía papas negras de Piñango un pueblo del Páramo Merideño, papas deliciosas que compraba mi papá y hervía con todo y cáscara y que acompañada de una cuajada criolla y nata de leche comíamos de cena. Eso de dejarle la cáscara no me sorprendió ya que lo ví desde muy niño, pero algunos amigos de mi casa se sorprendian mucho con esto. La idea es servir la papa caliente en el plato, aplicarle un corte en cruz y ponerle un poco de nata y de cuajada o de queso rallado. Cena piñanguera decía mi papá. ¡Deliciosa decía yo!
6.- Una vez estando en un restaurant en Colombia pedí unas papas fritas para acompañar mi plato de pollo y en lugar de llegarme mis papitas fritas deliciosas y largitas como esperaba, me llegaron papas picadas en rústicos octavos con todo y piel, ¡Vaya sorpresa para ese niño amante de las papas! Al reclamar al mesonero nos explicó el atento mozo que para los colombianos las papas como las prefería el niño eran papas a la francesa. Igual me comí mis papitas rústicas y entre otra sorpresa descubrí otra manera de comer la querida papa.
7.- No puedo expresar suficientemente lo sorprendente que es darse cuenta de la versatilidad de la papa en la cocina, como cocinero puedo decir que la papa es un producto mágico, desde unas papas fritas gorditas pochadas primero en aceite a 110 grados y luego fritas en aceite a 160 grados que quedan crocantes por fuera y cremosas por dentro, perfectas para un bistec a lo pobre estilo chileno, o un puré de papas cremoso y aromátizado con hierbas. Desde una causa limeña a unas papas horneadas junto con el pollo que absorben sus jugos de la manera más sensual que uno pueda imaginar. De una ensalada de papas alemana a una carne guisada con papas. Papas en sopas, en ensaladas, como guarnición, como principal, papas cramosas, papas arenosas, papas rojas, negras, blancas, papitas amarillas, colombianas que llamamos acá o papines que llaman por el sur. Papas en el sancocho, en el ajiaco, en el chupe, en el chowder, en la pizca; papas para espesar la crema de vegetales, papa mágica e inagotable.
8.- En Gavidia en los páramos cercanos a Mucuchíes cultivan una variedad de la papa llamada ruba. Se ha salvado de el canibalismo del mercado de consumo inflído por las grandes empresas. La cultivan sólo dos señores, a lomo de mula y en unos barrancos altísimos. La compran los lugareños y algunos entusiastas como yo. Deliciosa y en peligro de extinción. Ójala que los que se dicen defensores de lo nuestro se pogan a pelear por la ruba. Por último me sorprendió que la liofilización, proceso molecular y echoneto de los chefs de última generación y de bata de laboratorio, proceso de moda por Adriá y sus adeptos no es un invento moderno. La liofilización que es la deshidratación de los productos por la exposición a una cámara a baja temperatura y luego pasada a una cámara de vacio para que pierda el agua por sublimación es un proceso que los Incas conocían desde antes del descubrimiento. El chuño o papa seca se expone por la noche al frío bajo cero de los andes y luego al salir el sol sumado a la baja presión atmosférica causada por la altura hacen que se sublime al agua congelada. ¿Se sorprenderán los moleculares al saber esto? La verdad no lo sé, yo aún no dejo de estar en sorpresa constante por la papa.
2 comentarios:
jajajaja estoy en mi casa y se me ocurrio la gran idea de pasar por el blog de un viejo amigo y master! ¿como estas antonio? es kenry! excelente articulo, felicitaciones viejo sigue asi, tenia tiempo que no visitaba el blog pero como ahora tengo internet en mi ksa me pasare cada vez que tenga un chanc porque se que siempre estas escribiendo algo nuevo! la semana pasada me vi con angel que estuvo por caracas me conto un poco de sus proyectos! no duden en llamarme cuando se den! estamos hablando! cuidece y sabe que por aqui se le aprecia!
Hola!
Buscando información sobre la Ruba me enconté con tu relato. Gracias, me hizo sonreir!
Te cuento que este finde semana tuvimos en Mérida el Festival de la papa nativa y la gente linda de gavidia y tuñame nos trajo a la ciudad no solo ruba, sino cuiba de varios colores, yakon y papa negra, rosada, arepita y otras que ya ni recuerdo los nombres
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