domingo, febrero 16, 2025

LA COCINA ANDINA, LA COCINA BARROCA MEXICANA, LA COCINA DE PIAMONTE Y EL PESCUEZO RELLENO MERIDEÑO




La cocina de los Andes venezolanos es un capítulo aparte en la gastronomía venezolana, tienes una paleta de sabores diferente, y platos interesantes y poco conocidos. Quiero decir que la cocina de los andes va más allá que la pisca, los pastelitos y las arepas de harina de trigo. La cocina andina arraigada a la tierra es austera, pero sabrosa, con mucha técnica, y con un absoluto cuidado de los ingredientes. Porque los ingredientes más que de proximidad son de la casa, o de la casa de los vecinos.

De los platos andinos que más estimo y más interesantes me parecen está el pescuezo de gallina relleno. Plato de abuelas, de familias con tradición, que quizá esté en peligro de extinción. Son de esos platos que a la gente sorprenden, como diría algún crítico o gastrónomo reconocido por ser un plato barroco. 

Cuando digo barroco me gustaría que más que compararlo con el período cultural del XVII y XVIII que se caracterizó por obras arquitectónicas complejas, ricas en adornos, quizá sobre cargadas. Me gustaría decir que el pescuezo relleno es más bien, barroco como la cocina barroca mexicana, que se desarrolló en ese mismo período cultural en México, y que se caracterizó por platos complejos, de mucho trabajo que usaban ingredientes y técnicas de América, Europa y Asia, indiferentemente. Esa cocina de los conventos con mucha influencia de España, en forma y técnica pero con productos prehispánicos, piensen en El Mole Poblano, con cacao, especias de lejanos lugares, frutos secos, y una cantidad de ingredientes sumamente grande y muchas horas de trabajo para lograr un plato. 

Así el pescuezo es un plato que surge de la matanza de la gallina criolla en casa, de una gallina blanca al decir de mi abuela. A la que se le quita el pescuezo con todo y la cabeza, se cuida mucho la piel. Se deshuesa y se rellena con carne de la misma gallina, sus menudencias: corazón, hígado, huevera, incluso los riñones, la molleja. Complementado con vegetales de la huerta cebolla, ají, cebollín, pimentón, ajo porro, papas, zanahoria, arroz. Todo menudamente picado, cuidadosamente lavado, amorosamente combinando. Huevo duro, alcaparras, ajo, sofrito con onoto. Cilantro. Aromas.

Esta suerte de embutido, porque queda como un salchicha, se cocina en el hervido de gallina, que por su puesto es para lo que se sacrificó. Y antes de servir se dora en las brasas, otorgándole crocancia y sabores ahumados. Se corta en rueditas y se disfruta con él sancocho. O después de él como un plato contundente. 

Lo curioso es que este año que hemos estado investigando mucho sobre la cocina italiana, centrándonos en región por región, para nuestras cenas en el Ristorante Don Aniello en Maracay. Unas cenas Al modo nostro, donde vamos cocinando las regiones de Italia, sus ingredientes, su recetas más características bajo la mirada de Juan Herrera y mi persona. 

Cuando hicimos la investigación de la cocina de Piamonte, descubrimos un plato parecido al pescuezo relleno, sólo que con el cuello de la Oca o de Pato y bueno con sabores más italianos, queso curados, espinaca, crema. Por cierto que para la cena de Piamonte hicimos un embutido y unos raviolis de Gallina inspirados en este plato. Luego vimos en Instagram, una receta de la misma región un pescuezo de gallina muy parecido al andino.

Así que quizá sea una versión de la cocina italiana, que ha viajado por el mundo y se va adaptando a los ingredientes del país donde se establece, o simplemente es uno de esos platos o técnicas que surgen del ingenio de cocineros de diversas latitudes sin haberse visto. Realmente, quiero imaginar que fue una señora italiana que hacia este plato con lo que consiguió en ese pueblo que no tenía a la mano.

Sea lo que sea el pescuezo es una delicia, me recuerda a mi abuela Valeria y a mi Juan a su eterna Mamá Marta. Hoy hicimos una, un sencillo homenaje a nuestras raíces, a nuestras abuelas y a esos platos que si no cuidamos desaparecerán. 

La cocina andina que sorprende, la cocina merideña cercana a mi corazón. La cocina como medio de aprendizaje, la cocina como ejercicio del recuerdo, la cocina como homenaje, la cocina como bandera nacionalista. La cocina como homenaje a nuestras propia familias. 

viernes, febrero 14, 2025

La amistad, los recuerdos, los jardines y el hacha


 

Cómo definir la amistad? Pienso en ello, y me parece que una relación afectiva entre dos personas, basada en el respeto, el cariño, la lealtad y la confianza, se queda corta como definición. Afecto, cariño son casi sinónimos, pero cómo puedo pensar sobre eso, si la amistad no es algo que surge en el pensamiento, surge en tu cuerpo emocional. La amistad se siente. En la amistad suele haber afinidad, intereses comunes y una notable admiración mutua, pero sobre todo comodidad. La amistad es una relación que está basada en el afecto, la afinidad, la confianza pero debe tener algo de admiración mutua.

Siempre tengo presente a Epicuro que hizo un catálogo entre lo que es realmente valioso en la vida de un ser humano, y después de largo pensar concluyó que sólo hay dos cosas infinitamente valiosas para el hombre: la amistad y cultivar un jardín. Por cierto ambas cosas muy parecidas, y ambas cosas muy apreciadas por mí. 

Hace unos días un gran amigo, de esos que no ves mucho, pero que sabes que están ahí, que te tienen cariño, te desean lo mejor, que hay respeto, admiración y un afecto inquebrantable, como deben ser los hombres justos, de sentimientos que no se puedan quebrar. Un amigo ejemplo de profesional, de venezolano, de hombre, de padre de familia y por su puesto de amigo.

Me llamó y me regaló un hacha, un hachuela digamos porque es para usar con una sola mano. Una pieza maravillosa elaborada por el artesano    de Tintorero, en Lara. La cabeza elaborada con el disco de corte usado de su máquina de cortar la madera. Labrada con artificio y paciencia, pero con una pasión que se siente sólo la verla. El cabo del hacha, está elaborado con la madera que quizá más aprecio en el mundo: La Vera (Bulnesia arbórea) que además es una madera sagrada en Venezuela, con la que se elabora  entre otras cosas los mejores garrotes para el juego de palos.

El hacha venía acompañada de una carta a mano, (cosa curiosa en esta época digital) con un profundo y sentido mensaje que resumo como una carta de amistad. Donde entre muchas cosas bellas y conmovedoras que dice, habla de la amistad, la verdadera. También expresa que el hacha hay que mantenerla como a la voluntad, siempre afilada, y que si pierde el filo hay que tomarse el tiempo, haciendo una pausa de ser necesario para afilarla y reordenarse. Con calma, con reflexión, con introspección.  También expresa que la madera y el fuego están íntimamente relacionadas, que el fuego y la cocina son uno sólo, que siendo oficiante del sagrado oficio del fuego, es necesario que pueda cortar la madera para producir el fuego. Quizá el Doctor, mi amigo es conocedor de las antiguas ordenes donde enseñaban que es fuego, el amor, la amistad, el espíritu, la cocina y Dios… están cercanos y son una misma cosa.

Una carta con atisbos de filosofía, de magia, de obra alquímica, de profunda y completa humanidad. Qué nos caracteriza a los seres humanos, además del habla, el dominio del fuego, el amor, el poder cocinar nuestros alimentos sino es otra cosa que la amistad.

Agradezco por acá a todos los amigos que he tenido en este mi tránsito por la vida, he sido afortunado pues he tenido abundancia de amigos. A los que están siempre cerca, a los que están aunque no parezca, a los que ya no están en este mundo, con los que ya no compartimos la vida, a todos gracias, a todos gracias, a todos gracias. Porque sin ustedes no sería quién soy, ni estaría donde estoy, ni podré ir a donde voy. A todos aunque ya no estén, los llevo en mi corazón.

Gracias Dr. Eduardo Echenegucia por su amistad, y por esta hacha símbolo de tantas cosas y recuerdo de nuestra amistad.