jueves, julio 10, 2008

LOS REENCUENTROS, LAS DESPEDIDAS Y LAS CEBOLLAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ


Volver a ver a un amigo que se tiempo tiempo sin ver, calmar esa añoranza, ese deseo velado con la mirada del amigo, con la cercanía de esa persona extrañada. Hoy vi a una amiga que tenía muchas ganas de ver y aunque fue un encuentro corto calmó un poco el ansia y reanimó la llama que calienta mi corazón con nuestra amistad.

Extrañar a alguien antes de que se vaya, saber que se aproxima un vacío al pecho, es un sufrimiento que no es tal siéndolo completamente; así extraño ya
días antes de su viaje a otra amiga que se va. Aunque su ausencia me sepa como a vainilla y el encuentro de hoy me supo como a azahar, estas Nanas de la Cebolla resumen lo que siento en los reencuentros y separaciones, a sabiendas que no hay viaje sin cambios ni encuentros sin adióses. Y aunque yo como más que pan y cebollas, ciertas ausencias son para mí los ayunos más intensos, que llenan de hambre mi corazón y de anhelo mi pecho.

NANAS DE LA CEBOLLA
.
( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer,
en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla)
.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
Miguel Hernández

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estas palabras de Miguel Hernandez, son de una belleza desgarradora, pero pese a ese dolor y a esa pena, saber que alguien que quieres siente eso cuando te marchas no deja de ser hermoso. Debe ser grato estar entre las personas que quieres, poca gente siente asi por los amigos y los amores.

Antonio Gámez dijo...

Los epicureos que sopesaron todo lo relacionado a la vida, que hicieron una especie de balance general de la vida dijeron que no había en realidad nada de provecho exceptuando dos cosas: Cultivar un jardín, alegoría esto por su puesto y la otra cosa de provecho era: cultivar la amistad...
Un gran abrazo amiga desde mi jardín epicureo.