miércoles, noviembre 30, 2011

CONSIDERACIONES DE LA REMOLACHA MECÁNICA Y (LA) VINO TINTO








1.1 Resulta curioso ver cómo ha surgido un nacionalismo en Venezuela, se puede observar en el fútbol. Desde hace unos años para acá ha surgido una oleada de fanatismo por La Vino Tinto, selección nacional de balónpie, algo que resulta sumamente curioso en vista de los años de desprecio por el equipo. Claro está que tanto la calidad de los jugadores y técnicos del equipo indudablemente ha mejorado de manera exponencial, que las posibilidades de ir por primera vez a un mundial de fútbol es tan cercana que se nos hace agua la boca de sólo pensar en ello. Me gusta ver a la gente entusiasmada, apasionada por apoyar a la selección, y me gusta más ver a los jugadores dejar todo en el terreno buscando ganar por el país. Esto es algo que me emociona incluso a mí, famoso atleta del escepticismo. 


2.1 Resulta curioso ver cómo ha surgido un nacionalismo en Venezuela, se puede observar en la gastronomía, con un gran movimiento de -ya no tan jóvenes- cocineros de lo que fue la primera y segunda generación de chefs de Venezuela, generaciones en el sentido de chefs que son reconocidos por su trabajo, que cambiaron la concepción de lo que un chef es, sacaron a los cocineros de las obscuras y húmedas catacumbas que resultaban las cocinas de antaño y de la mala fama que el oficio tenía, para convertir esto en toda una profesión de estelaridades, medios de comunicación, fama y fortuna. Todo esto de la mano de un movimiento que busca rescatar la cocina venezolana del olvido, rescatar los recetarios y elevar nuestra cocina a alturas que nos permitan aparecer en el mapa de la gastronomía latinoamericana. Acompañado de una miriada de jóvenes cocineros o estudiantes de cocinar inspirados por el ejemplo y echándole ganas para surgir en este campo tan competido.


1.2 Cierto es que la Federación Venezolana de fútbol ha invertido en técnicos, que hay canteras en el país, que se viene recogiendo frutos de lo que se ha sembrado en los últimos diez o doce años de fútbol, pero cierto es también que si bien la selección está muy bien, los equipos locales, salvando los que tienen mucho dinero; están en franca caída. Si bien han construido hermosos estadios -por obra y gracia de la Copa América- también es un hecho que quizá consecuencia de la premura de la construcción o de la mediocridad tan nuestra, la mayoría de esos estadios parecen aún hoy a media construcción. Muchos están carentes de los servicios adecuados para los espectadores, baños inundados, servicios inadecuados, instalaciones que aún hoy parecen en obra y que no se ve forma de que se terminen de arreglar. Además estadios que prestan sus instalaciones para carnavales, ferias y conciertos de reguetón sin tener las debidas previsiones de conservar sus campo intacto o sus instalaciones de servicio, ya tan mediocres; en buen estado. Nuestros estadios deportivos, que debieran ser templos consagrados al deporte se convierten en discotecas provisionales donde rendir homenaje a la mala música, a los vicios y donde se destrozan sus instalaciones en beneficio de algún misterioso palanqueado que hace dinero inescrupulosamente.  Mientras los equipos de fútbol luchan por poder pagarles los sueldos a los jugadores alguien se llena los bolsillos con las instalaciones construidas para el fútbol. 


2.2 Aunque me encanta la idea de que una nueva generación de cocineros -una tercera, cuarta y hasta quinta- surgen con la bandera de la cocina venezolana, me parece que esto en la mayoría de los casos no pasa más que de una suerte de snobismo que no consigue más que repetidores de platos de otros cocineros famosos, deformaciones de lo que es la cocina tradicional o de un conocimiento mediocre de nuestra gastronomía. Y aunque muchos gritan a todo gañote que son cocineros que hacen cocina venezolana de vanguardia, no hacen más que repetir platos de menús con estrellas Michelín pero con versiones con ingredientes venezolanos. Creo que la cocina venezolana -esto lo he dicho más de una vez- está más allá del libro rojo de Don Armando, que la cocina venezolana no surgirá en tanto no se respete a las cocineras tradicionales, a las que con tanto desprecio se les llama "Doñitas" por chefs echonetos y estudiantes de cocina soberbios. Esas Doñitas son Doñonas, grandes señoras que merecen todo el respeto pues son las madres que han luchado sin ganar nada por eso por la preservación de nuestra gastronomía, esas Doñitas nos alimentaron, nos alimentan y nos alimentarán, esas Doñitas señores son ni más ni menos que la misma Venezuela cocinando en el fogón a diario, sin descanso, sin puntos ni propinas y sin entrevistas en revistas de gastronomía.


1.3 Es verdad que el fútbol ha crecido, es verdad que apoyo al equipo también -todos conocen de mi escepticismo y aún así lo apoyo- es cierto que nos inspira, nos une, nos emociona, pero ninguna victoria servirá de nada si esa emoción se queda sólo allí, que seamos una nación que sólo se une por noventa minutos para gritar y apoyar al equipo, pero no apoya al país a diario. De nada sirve amigos míos sentirse muy venezolano por un partido de fútbol y meter reposos falsos en su trabajo, o gastar los bienes de la nación porque eso "no lo compre yo". De nada sirve abrazarse con nuestros compatriotas por la emoción por la vino tinto y luego comerse el semáforo, colearse en una cola, tirarle el carro a otro conductor o circular con la moto por una acera a toda velocidad. ¿De qué sirve la inspiración si esto no nos hace querer mejorar como ciudadanos, como venezolanos? El nombre remolacha mecánica es tan nuestro como un chimichurri venezolano, o un gruyere nacional, imitaciones que no hacen más que mostrar algo de vergüenza étnica o deseo de ser algo que no somos.


2.3 El movimiento de cocineros que cocinan venezolano ya está dando frutos, pero la tierra debe seguirse abonando para mejorar los frutos, sabemos que muchos estudiantes buscan la fama más que cocinar, buscan la farándula más que la gastronomía, buscan la moda más que las raíces, en tanto no conozcamos a fondo nuestra gastronomía no podremos tener una verdadera cocina venezolana, en tanto no conozcamos nuestros ingredientes, que son más que el ají dulce y el cilantro; no nos conoceremos como país, en tanto los nuevos cocineros quieran más lucirse en la sala del restaurant que detrás de los fogones no tendremos verdaderos chefs. Yo se bien que si ha muchos cocineros que trabajan duro y con profundidad por nuestra gastronomía, pero también se que muchos están buscando sólo lo superficial de la cocina. Creo que nuestra gastronomía puede llegar muy alto y creo que merecemos ir al mundial, pero se con certeza que estas dos cosas requieren de trabajo arduo, y timón firme para que ocurran. Creo que no importa si somos la Remolacha Mecánica siempre y cuando eso nos inspire a ser mejores venezolanos y a querer seguir luchando por el país.

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