En 1997 una noticia sorprendió al mundo, la clonación de la oveja Dolly en Escocia. La manipulación genética algo que quizás Mendel ni se imagino, ahora juega hoy por hoy un papel importante en la investigación científica. De Dolly hemos pasado a los transgenicos, que son seres vivos modificados genéticamente para aumentar su rendimiento, insertando genes de otros organismos que mejoren la características que los hacen menos productivos. Desde eso se sabe de experimentos en plantas por ejemplo. Estas manipulaciones tienen la intención de ayudar a la humanidad a acabar con la crisis mundial alimentaria y especialemente el hambre.
Desde semillas de melón que se desarrollan en melones más dulces y resistentes, hasta híbridos de especies de capsicum más grandes o picantes o de otros colores diferentes. De frutos en los que sus semillas no germinan, semillas terminator, para que el productor se oblige a comprar semillas a las grandes casas trasnacionales son otras de las ventajas de avances científicos.
Pero lo más sorprendente son los avances en la tecnología transgénica en animales, se pueden desarrollar por ejemplo cerdos que tienen genes de ratón que los ayudan a procesar más facilmente el fósforo e incluso cerdos con genes de oveja que los harían tener a sabor como el de ellas. Muchos están en contra de estas manipulaciones, dicen que no se conocen los efectos en el consumo de estos productos o sencillamente que el hombre no debe jugar a ser Dios. En lo personal pienso que estos avances no son realizados para ayudar a la humanidad en sus problemas, como podrían hacer manipulando geneticamente a animales y platas haciendoles producir en su leche o en sus semillas sustancias aprovechables en la famaceútica abaratando los costos e incluso haciendolos accequibles a cuealquier persona. Leche de vaca con sustancias anticancerígenas, como ejemplo burdo de lo que se podría lograr. Sino que son usados para ayudar a enriqueserse a ciertos obscuros personajes u organizaciones. El hombre contra el hombre, el egoísmo que impera el pensamiento humano.
Ayer la Agencia estadounidense de medicamentos y productos alimentarios (FDA) reveló un proyecto de reglamentación para animales genéticamente modificados cuyos productos derivados son destinados al consumo humano. Este cuadro de reglamentación, que será sometido a los comentarios del público y profesionales durante 60 días antes de volverse efectivo, está destinado a precisar cómo entiende la agencia federal asegurarse de que la carne, los lácteos y otros productos procedentes de estos animales, no suponen un peligro para el consumo ni una amenaza medioambiental.
Quisiera yo saber a quién van a consultar, ¿Dondé podríamos opinar sobre este tema? No existen no siquiera etiquetas que nos indiquen que los productos que usamos o consumimos son transgénicos. La eterna guerra contra las grandes cadenas de restaurantes como McDonalds que dicen que sus productos son elaborados con trangénicos nos alertan del crecimiento de la manipulacióngenética en la vida ordinaria.
Hoy pienso en H.G. Wells y en su Isla del Doctor Moreau, libro que habla de la manipulación genética de hombres y animales, jugando a ser Dios y de como todo se sale de control, mostrando la bestialidad del hombre su escencia animal. Allí el personje principal Edward Prendick, termina huyendo de la Isla y retirándose a vivir sólo alejado del trato humano. ¿Quién sabe aún si consumiendo estos productos modificados genéticamente no estaremos modificandonos nosotros mismo? Y esto no es un pensamiento retrógrado ni ilógico o irreflexivo, lo hago con toda la preocupación de un cocinero que ni siquiera está seguro de cuales de los productos que usa son manipulados genéticamente.
Desde semillas de melón que se desarrollan en melones más dulces y resistentes, hasta híbridos de especies de capsicum más grandes o picantes o de otros colores diferentes. De frutos en los que sus semillas no germinan, semillas terminator, para que el productor se oblige a comprar semillas a las grandes casas trasnacionales son otras de las ventajas de avances científicos.
Pero lo más sorprendente son los avances en la tecnología transgénica en animales, se pueden desarrollar por ejemplo cerdos que tienen genes de ratón que los ayudan a procesar más facilmente el fósforo e incluso cerdos con genes de oveja que los harían tener a sabor como el de ellas. Muchos están en contra de estas manipulaciones, dicen que no se conocen los efectos en el consumo de estos productos o sencillamente que el hombre no debe jugar a ser Dios. En lo personal pienso que estos avances no son realizados para ayudar a la humanidad en sus problemas, como podrían hacer manipulando geneticamente a animales y platas haciendoles producir en su leche o en sus semillas sustancias aprovechables en la famaceútica abaratando los costos e incluso haciendolos accequibles a cuealquier persona. Leche de vaca con sustancias anticancerígenas, como ejemplo burdo de lo que se podría lograr. Sino que son usados para ayudar a enriqueserse a ciertos obscuros personajes u organizaciones. El hombre contra el hombre, el egoísmo que impera el pensamiento humano.
Ayer la Agencia estadounidense de medicamentos y productos alimentarios (FDA) reveló un proyecto de reglamentación para animales genéticamente modificados cuyos productos derivados son destinados al consumo humano. Este cuadro de reglamentación, que será sometido a los comentarios del público y profesionales durante 60 días antes de volverse efectivo, está destinado a precisar cómo entiende la agencia federal asegurarse de que la carne, los lácteos y otros productos procedentes de estos animales, no suponen un peligro para el consumo ni una amenaza medioambiental.
Quisiera yo saber a quién van a consultar, ¿Dondé podríamos opinar sobre este tema? No existen no siquiera etiquetas que nos indiquen que los productos que usamos o consumimos son transgénicos. La eterna guerra contra las grandes cadenas de restaurantes como McDonalds que dicen que sus productos son elaborados con trangénicos nos alertan del crecimiento de la manipulacióngenética en la vida ordinaria.
Hoy pienso en H.G. Wells y en su Isla del Doctor Moreau, libro que habla de la manipulación genética de hombres y animales, jugando a ser Dios y de como todo se sale de control, mostrando la bestialidad del hombre su escencia animal. Allí el personje principal Edward Prendick, termina huyendo de la Isla y retirándose a vivir sólo alejado del trato humano. ¿Quién sabe aún si consumiendo estos productos modificados genéticamente no estaremos modificandonos nosotros mismo? Y esto no es un pensamiento retrógrado ni ilógico o irreflexivo, lo hago con toda la preocupación de un cocinero que ni siquiera está seguro de cuales de los productos que usa son manipulados genéticamente.
2 comentarios:
interesante interesante!!
he publicado una nueva entrada y me gustaria q la leas,a ver q te parece la idea?
Gracias,
La leeré.
Saludos a las gallinas inmortales...
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