jueves, abril 21, 2011

EL PONCHE Y LA SEMANA SANTA EN SAN RAFAEL

San Rafael de Muchíes a principio del siglo pasado

De nuevo Valentina nos mandó una Receta con Historia, esta vez ocurre en el hermoso San Rafael de Mucuchíes, que creo es uno de mis pueblos más queridos de Mérida, la historia ocurre en Semana Santa, cosa que me parece coincidencial, ya que justamente estuve en este bello pueblo muchas veces en la Semana Mayor, cuando viajaba desde allí hasta El Tisure, famosa casa del artista Juan Feliz Sánchez, a ver su obra y a entender que ese lugar donde hizo la capilla de piedra original es sagrado. Esos viajes a la montaña que hacía buscándome a mí mismo en lo profundo de las montañas andinas, conectándome con la tierra y tratando de religarme. Cuando bajaba de la montaña, acampaba un par noches en la vega del río para ver la pasión viviente y disfrutar de San Rafael... ¡Salud Valentina! por tan bella historia, por los resuerdos y por la receta.

UN PONCHE SEMANASANTANERO Y EL RECUERDO DE UNA EDAD.

Siempre he sido y pienso que seré una persona religiosa. Pasando por distintas etapas y creencias, desde la cristiana, formación bellísima de mi infancia y adolescencia, pasando por el budismo y taoísmo. Confesando haber pasado por épocas de profundo escepticismo en las cuales incluso creía ser atea, afectando ciertas afinidades comunistas-marxistas y casi que me incluyo en las filas del famoso partido MIR. Sigo siendo una persona religiosa, creo que la religión en su más íntimo sentido significa RELIGARSE, reunirse con la fuerza que nos dio origen y por eso mismo su sentido es universal, por eso muchas de la iglesias de nuestro planeta comulgan en muchos aspectos y por eso el hombre siempre se sentirá inmerso en un MISTERIO, más allá de su razón y de explicaciones científicas.
Cuando tenía 17 años, tuve una especie de crisis vocacional… algunas personas descubrimos lo que nos verdaderamente nos gusta después de haber vivido y transitado, otras lo saben desde siempre, no importa cuál sea el camino andado, quizás lo que importa es ver la luz en el camino aunque sea en el último momento de vida. Bien, a los 17 años creí que mi vocación era ser monja. Muchos amigos no lo creen, y piensan en las dificultades que pudieron tener los sacerdotes con una monjita así, otros que me conocen más, no lo ven tan improbable. El punto es que, y, allí viene el recuerdo culinario, debido a esa vocación participé en grupos juveniles de acción comunitaria y de transmisión del evangelio. Para ésa época fui enviada con 5 amigos más a San Rafael de Mucuchíes, para ayudar al padre en sus oficios de la Semana Mayor. Los varones se quedaban con el padre durmiendo en la casa parroquial y las mujeres en casa de una amiga, cuya familia vivía allí. Nos tocó ayudar en todas las preparaciones e incluso a mi particularmente me tocó, ayudar en las famosas siete palabras del jueves Santo, ante un micrófono que salía de la iglesia y abarcaba todas las calles del pueblo me tocó explicar la famosa frase del Cristo en su momento en la cruz frente a su Madre María y su apóstol Juan: “Madre ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre”… ¡ que susto! , además mi discurso había sido preparado con la ayuda de mi gran amigo, el Padre Jesuita Madariaga, que en paz descanse, que tenía ciertas ideas un poco irreverentes, y me preparó a esa edad, para hablar del verdadero sentido de la Virgen María, el tema de su castidad, el sentido de la hermandad entre Juan y Cristo y dele con esos temas escabrosos, de los cuales mejor no seguir comentando.
Bien, el punto es que en esos pueblos del páramo la tradición culinaria, hace treinta años, era ( y seguramente tendría muchos años de tradición): sopa de habas secas, guiso de pescado salado, papas, arroz y un pan de pueblo que horneaban en hornos de leña a comienzo de semana, medio dulzón, duro , de miga compacta y elaborado con poca levadura que duraba toda la semana. A lo largo de la semana mayor, y en todas las casas que nos invitaban, ese era el menú fijo, se notaba que era la tradición, hasta el punto que el último día nos fuimos a un restaurante en las afueras del pueblo a comernos algo de carne asada, pues teníamos siete días comiendo desayuno, almuerzo y cena, el mismo menú. La receta que presento a continuación es de una bebida que tomaban por allá, y que ahora me llama mucho la atención pues es una bebida fría, poco compatible con el clima, En todas las casas era un homenaje en Semana Santa servir a sus invitados esta especie de ponche, que además de ser muy dulce, a ésas latitudes, parece que se sube a la cabeza muy rápidamente, más aún que el famoso calentadito parameño….. TOMEN NOTA LOS MAESTROS COCTELEROS.


PONCHE SAN RAFAEL DE MUCUCHIES

Una botella de vino tinto
Media botella de ponche crema
Media lata de leche condensada
Abundante hielo semi molido

PREPARACION

Mezclar todos los ingredientes en una licuadora y procesar, debe quedar una bebida cremosa de un color vino claro. Verter en una jarra grande y que cada quien se sirva… AMEN.

Chef Valentina Inglessis
Restaurant El Escondido

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