Después de un comentario de Soledad Felloza en mi post anterior me puse a pensar en el por qué me parece que el trabajo en la cocina de un restaurant se parece al trabajo en el teatro. El comentario de Sole:
"Como actriz, muchas veces debo explicar mis dos pasiones, que para mi están perfectamente enlazadas, pero que mucha gente no e ve la conexión.Tal y como lo dices, uno entrega todo en escena para que el público disfrute de un menú original,
sorprendente, nutritivo, perfumado, sabroso..."
Me gustó este comentario de Sole y por eso me puse a pensar que la misé en place por ejemplo equivale a los ensayos, en los que debes prepararte concienzudamente para que a la hora del servicio todo salga a punto y nada y digo NADA debe ser improvisado. Debe saberse exactamente que se tiene y con qué se cuenta para que a la hora del servicio esté todo perfecto. En los ensayos de teatros debe incluso medirse el ritmo de la obra, y la intensidad de las escenas difíciles. En la misé en place debe tenerse previsto incluso el montaje de los platos y sus respectivos adornos. O Sensei de Aikido M. Uyeshiba dijo: sufrir en el dojo (gimnasio) y reír en el campo de batalla, esta frase la pongo en las paredes de las cocinas que he dirigido y lo digo siempre que ensayo fuerte para una obra.
Tres noches de presentaciones donde día a día se debe salir a escena con toda la fuerza y que salga todo de acuerdo a lo ensayado. Debe todo salir igual y perfecto en todas las presentaciones, no importa la vida personal del actor ni de los técnicos, el show debe continuar. Así en un restaurant debe salir todo perfecto e igual en todos los servicios.
Cada servicio se parece a una presentación de teatro, el nerviosismo previo a la llegada de los comensales-espectadores, la concentración necesaria para que todo salga bien, el trabajo en equipo necesario, si los actores salen bien pero las luces han fallado dejando todo a oscuras, o si unos actores salen con fuerza y otros salen flojos, es decir con menos fuerza, ya la obra no ha salido como debe. Así, la comida puede salir muy bien y el servicio falla ya no es igual. O el servicio es bueno y la comida mediocre, ya la cosa no es perfecta.
Los comensales vienen a la sala del rest esperando disfrutar de un espectáculo que los asombre y los fascine, pero, ¡Oh, cocineros que olvidan esto!; siempre que la comida sea a su agrado, que esté deliciosa y que los nutra, que sea alimento no sólo un espectaculo vacío. ¡Oh, directores que nunca han sabido ésto!
Las entradas dan la introducción al espectador y lo informan de lo que ocurre en la escena de esa teatro-restaurant, le abren las ganas de seguir probando, les llena de curiosidad por lo que sigue.
Los principales lo maravillan, son el nudo de la acción, allí está el meollo. Esto si es una obra clásica. En los performance como en los menús degustación se quiere mantener las espectativas del comensal con emociones constantes y cortas, con efectos, con sorpresas y suspensos que los mantengan en vilo en su asiento.
Los postres definen la obra, la cierran, son el desenlace, todas las espectativas, toda la curiosidad llega a su punto culminante.
El café, el licor, las frutas y los quesos dependen del teatro, del comensal, del tiempo, de la emopción de la obra, ¿incluye sobremesa? ¿se van rapidamente a dormir?, ¿se van lastimados o emocionados por lo que se presentó en la escena de la mesa? Se quedan a felicitar a los actores, ¿piden más?
Quizás no vuelvan al restaurant para no arruinar la imagen que de él se formó ese día glorioso. Quizás lo recomienden a todos. Quizás vuelvan mañana para otra presentación. Como fanáticos vienen todas las noches y esperan la nueva temporada, la nueva obra, el otro estreno.
¡Buen Provecho! Seguirimos con estás comparaciones después de comer, o de ir a ver Fedra de Jean Racine.
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