viernes, diciembre 27, 2013

LAS HALLACAS, LOS VIAJES DE MI AMIGO JONUEL Y DE COMO RECUPERAR LOS RECUERDOS...


Foto: Caco Talavera / Hallaca: Creación colectiva (familiar)



"Traté de dar al caos la unidad de mí mismo y pensé 
con arrogancia paradójica que una burbuja de nada, 
limpia de todo ser, puede herir de pánico 
a todos los entes del universo 
(después supe que en una gota de nada está 
toda la nada y que la nada es nada)..."



1.- Mi querido amigo Jonuel me contó en una ocasión que cuando vivió lejos de la patria, sus amigos y hasta sus parientes lo criticaban por lo desapegado que era, pues en esa lejanía espacio-temporal (eran tiempos de viajes a Europa en barco)no extrañaba a sus padres, ni a sus hermanos, ni a sus abuelos, menos aun a sus amigos. Sin embargo, me dijo: "No extrañaba a mi familia pero si extrañaba un sancocho de gallina criolla, un picadillo llanero, pero el de verdad hecho con carne seca, unas patica e´grillo, unas arepas con queso blanco..." 

Hecho Doctor y pasados ya muchos años, cuando al fin volvió a su tierra natal, con un plato de picadillo llanero frente a él, una cucharada caliente de ese humilde platillo le enseñó, que en ese plato de picadillo estaban contenidos sus padres, sus abuelos, sus hermanos, sus amigos. Ahí en ese guiso sencillo con productos del conuco estaba contenida su patria y su familia... y sus mas gratos recuerdos.

2.- En mi casa las hallacas eran mi madre, ella amaba hacerlas, creo que le daban sentido a todo el trabajo del año, la hacían sentir que había logro al terminar un año y tener salud y dinero para poder hacerlas. O sencillamente amaba hacerlas. Siempre fue como una fiesta, como una reunión familiar el hacer las hallacas, muchas veces con mi abuela, pero siempre mamá, mi hermana y yo... Aún cuando a mi se me acusó muchas veces de ser independiente, desapegado, aún con esas acusaciones no me perdía la fiesta de las hallacas. Recuerdo especialmente las hallacas de diciembre de 2006, las hicimos en casa de mi hermana por primera vez, mamá feliz dirigía la operación, varios amigos, la familia en el hogar, quedaron exquisitas, no olvido su aroma, ni su sabor. El siguiente 9 de enero, Haydeé partió, nos quedaron sus hallacas en la nevera, como el último acto de amor por nosotros. Lamento no poder recordar Cuándo comí la última hallaca de las que dejó.

Luego que ella partió no volvimos a hacer hallacas, y de alguna forma fue como si ya no tuviéramos hogar. Año a año un triste sentimiento nos ha embargado a mi hermana y a mí, quizá asociábamos el hacer hallacas con mi madre, no lo sé, sólo abandonamos la idea de hacerlas como abandone algunas ideas, algunos proyectos, así como algunas fotos de Haydeé duermen entre una gaveta. No es que no la recuerde, pero su recuerdo especialmente en diciembre me duele aún.

3.- Yo no he sido navideño, desde que mi primo Kike me dijo que quien me traía los regalos no era el niño Jesús una extraña decepción me alejó de los villancicos y los arbolitos hiper adornados. Creo que dejamos de ser niños cuando dejamos de creer en la magia. La razón siempre tan fría, desmorona sin piedad las más hermosas cosas de la niñez y como a bofetadas te vuelve "Adulto". La muerte también te vuelve adulto, no se si es fría la muerte, se que es repentina, furtiva y despiadada. Se fue la magia y la alegría con comentarios malvados y garrotazos mortales. Es terrible que el crecer es darse cuenta que nada es para siempre, que muchas de las cosas en las que te hacen creer no son verdaderas, que finalmente se vive una gran mentira, una gran ilusión y por una cantidad de tiempo limitada. Es duro dejar de ser niño y encarar las verdades de la vida. Suena débil de mi parte esto, lo sé. Pero es realmente sincero.

Conclusiones.- Este año que fue tan difícil, tan lleno de sacrificios me trajo de nuevo a mi lado a mi amada familia, a ambas. Me trajo también el vivir por primera vez las navidades con mi hija Eleonora y mi sobrino Fabrizio juntos (nunca había vivido eso)pues mi hermana Omaydeé se vino a pasar las fiestas con nosotros en Maracay. Estas navidades me trajeron también nuevos hermanos, hermanos de una hermandad nacida de los más sagrado: el trabajo y de la conciencia de que la vida del hombre es más que la cotidianidad.

Así que este año dejamos atrás las decepciones y las tristezas y decidimos hacer hallacas. Unidos, con alegría, con entusiasmo, con ingenuidad, con magia, con amor, con emoción, compramos, preparamos, armamos, amarramos y cocimos hallacas al estilo andino, con guiso crudo y garbanzos. Luego en la mesa, frente a esa prueba de mezcla cultural, frente a ese monumento de la sapiencia venezolana, entendí que en la hallaca esta contenida toda Venezuela, esta contenida toda mi familia e incluso en la hallaca vive de una manera mágica el espíritu de mi madre. En el acto sagrado del comer, ser partícipe de todas las generaciones y todo el amor con que mi madre nos crió. Este año con mi hija y mi sobrino, con mis nuevos hermanos y mi hermana de siempre, con mi amada Paz compartiendo la mesa generosa, tuve conciencia del poder contenido en un plato hecho con amor y de verdad disfruté de la navidad, que hizo renacer en mi esa alegría tan mía que me abandonó a golpes hace ya varios años. 

Esa hallaca me devolvió el sentido de hogar, de familia, de vida y del verdadero amor.

1 comentario:

juanita dijo...

Wow que belleza de pensamiento y emociones vividas, siempre he pensado que las hallacas son la alegría de la Navidad la reunión del verdadero sentido navideño, ese que acompaña al corazón compartido, por que ellas estan hechas con el mayor amor familiar... el acto de intercambiables me parece fabuloso, allí compartes con tus vecinos y amigos ese pedacito de amor... y el placer de comer una hallaca hecha con cariño le da el sabor de su gente, para mi es una religión hacerlas en navidad y tiene ese sentido del que hablas.... gracias por compartirlo. Besos!