viernes, enero 05, 2007

Sabrosos recuerdos

Luego del Pernil, hallacas, pan de jamón, torta negra, las uvas de los deseos faltando cinco pa´ las doce… luego del abrazo eufórico entre familiares, entre seres queridos, hay un instante en que uno recuerda a esos quienes ya no están. A esos quienes nos hacen falta sobre todo en estos días de fiestas, de familia, de amor. Frente al recuerdo la melancolía de ya no tenerlos junto a uno. Frente a la melancolía, la resignación de que están en un lugar mejor, que trascendieron a un ámbito superior. Hoy primer día de esta año nuevo, recuerdo lo que nos dio y nos quitó el año viejo, y más que una burra, una yegua blanca nos dio muchas otra cosas entre las más preciadas la salud. Sin salud no hay nada. El 2006 nos trajo muchas cosas y se llevó a algunos seres muy queridos, cercanos, entrañables, “extrañables”, el 2006 nos trajo muchas alegrías y éxitos y varias tristezas profundas y ciertos reveses.

Hoy de cara a este nuevo año, deseo para todos una actitud bella ante la vida, porque como decía Mimi, quien amaba profundamente la vida: “La vida es hermosa” es maravillosa y está llena de sorpresas que esperan por ser descubiertas. Mimi hizo de la cocina un instrumento con el cual dio amor, esparció alegría, llenó de satisfacción y curó algunas penas de los comensales que tuvimos la suerte de degustar sus exquisiteces. Mi abuela que también amó la vida y apreciaba la maravilla que encierra la aparente simplicidad de las cosas, cocinaba con cariño, sapiencia y mucho respeto ante los ingredientes, estaba consciente de que el acto de cocinar era el acto de entrar en contacto con la gente, de expresar y llenar de dicha a los comensales. Una vez que vino una familia de Caracas, muy elegante y viajados, una amiga de mi abuela le dio una receta nueva, ella la ensayo con los sofisticados visitantes, el plato fue todo un éxito, la Sra. Julia que era conocida por su habilidad en los fogones le preguntó a mi abuela:
-Omaira, que exquisito plato, ¿cómo se llama?; Mi abuela que olvidó preguntarle a su amiga el nombre del platillo respondió: - Timoti, en honor a mi hijo Luis Enrique que nación en Timotes. Esto para salir del paso. Julia le respondió: - Muy rico, tiene cierto parecido con la polenta.

Hoy que las extraño tanto, me llena de alegría haberlas conocido, porque me enseñaron que hay que vivir con alegría y dignidad aún cuando todo esté en contra, aún cuando creamos que no hay salida, aún cuando la muerte espera impaciente en las puertas de nuestra casa. A estas dos cocineras amorosas, familiares, pilares de su casa, ejemplos de vida les debo mucho en la cocina y en mi vida, estén donde estén gracias, y espero que brinden con ambrosia. SALUD

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