lunes, febrero 19, 2007

Cocinero Zen




Cayó en mis manos por suerte un tratado llamado: Tenzo Kyokun "Instrucciones al cocinero de un monasterio zen" del Maestro Dogen (1200- 1253), en este tratado el maestro del budismo fundador de la escuela Soto Zen da consejos al Tenzo o cocinero de un monasterio zen.

Para los japoneses la vía (Do) de la sabiduría o del ascenso espiritual se puede encontrar en los oficios más cotidianos, de allí, su búsqueda de la perfección en las actividades comunes, ejemplo de esto: arreglos florales (Ikebana), jardinería, carpintería, Bonsái, y casi todas las artes y oficios están invadidas de este misticismo que les ha proporcionado el budismo zen, en las artes marciales y hasta en la cocina. Cómo olvidar la ceremonia del té, que cuenta con escuelas, maestros, tratados, y más de mil años de historia. La búsqueda de los perfecto, de lo sublime en las actividades aparentemente comunes, hacer de cualquier actividad una vía de ascenso, un camino de conocimiento.

En el Tenzo Kyokun, el maestro no sólo da consejos al cocinero de un templo budista, sino que da perlas de conocimiento sobre la vida, sobre la búsqueda y sobre el hombre mismo. Es impresionante observar el amor hacia los alimentos, el respeto al producto que demuestran en este tratado. La reverencia hacia una actividad simple como lavar el arroz hacen del cocinar más que un oficio necesario, lo hace incluso un ejercicio de meditación y de atención. Por ejemplo: "El tenzo inicia la preparación de la comida del día siguiente. Cuando lavéis el arroz o las legumbres, hacedlo con vuestras manos, en la intimidad de vuestra propia mirada, con diligencia y conciencia, sin que vuestra atención se relaje un solo instante. No seáis cuidadoso para una cosa y negligente para otra. Procurad que ni una sola gota del océano de los méritos se os escape. No perdáis la ocasión de agregar vuestro grano de polvo a la cima de la montaña de los actos benéficos..."

La atención hacia lo que se hace es más que un ejercicio sencillo, muchas escuelas de sabiduría se dedican de una o otra forma a esta clase de ejercicios con tezón y perseverancia. Y más sobre esto: "Tras la comida de la mañana, lava las marmitas, pone a cocer el arroz y hace la sopa. Cuando vertáis el arroz en la marmita, debéis quedaros cerca del fregadero y vigilar personalmente que ningún grano se pierda y que la cantidad de agua sea la prescrita. encended el fuego y hacedlo cocer. Un viejo refrán dice: Que la marmita sea vuestra propia cabeza y el agua que cuece el arroz, la sangre que da vida a vuestro cuerpo..."

Es increíble que para los budistas zen un cocinero merece el respeto de cualquier abad de la orden, tanto que cosideran que un cocinero o Tenzo necesita de cualidades especiales no solo para soportar el arduo y complejo trabajo de cocina; humildad necesaria para servir a sus compañeros, la disciplina necesario para mantener todo en orden y al día, sino, que ellos piensan que necesita condiciones especiales espirituales para ser Tenzo. La sensibilidad necesaria para no ver lo ordinario como tal, para ver lo maravilloso detrás de la aparente sencillez de las cosas. Otro ejemplo: "Cuando cocinéis no miréis las cosas ordinarias con una mirada ordinaria, con sentimientos y pensamientos ordinarios. Con esta hoja de legumbre que tenéis en vuestras manos construid una maravillosa morada de buda y haced que este ínfimo grano proclame su ley. Dicho de otra manera, si preparáis un pobre caldo de hierbas silvestres, que no os inspire ningún sentimiento de disgusto o de desprecio, y si elaboráis un rico y cremoso potaje, que vuestro corazón no salte de alegría; donde no existe apego, ¿cómo ha de haber hostilidad?. Así, cuando tenéis que ocuparos de una materia basta no la tratéis sin miramientos, mostrad hacia ella la misma diligencia y atención que mostraríais hacia un objeto precioso. Es importante que vuestro espíritu no cambie según la calidad del objeto. Si vuestro espíritu depende de las cosas, es como si cambiárais de actitud y de lenguaje según la calidad de la persona que os encontráis. Un comportamiento semejante no es el propio de una persona que practica la Vía..."

Así un cocinero tiene en los fogones y en su diaria rutina todo un abanico de posibilidades de ascensión hacia otro estadio. Una vez hablando con un sifu de kung fu muy respetado le pregunte: ¿Que es el Kung fu? Él me respondió, el camino, la vía que escojas, y no dejes de transitar y hagas tu escalera, tu apoyo, tu firmeza. Tu kung fu por ejemplo es la cocina. Yo la verdad en aquellos días no entendí que quizo decirme con eso. Hoy leyendo este tratado tengo una idea más cercana.

" Si vuestra determinación es profunda y encamináis todas vuestras energías hacia la Vía podríais alcanzar la suprema pureza de los antiguos y sobrepasar a vuestros antecesores llevando vuestro trabajo a la perfección hasta en el mínimo detalle. ¿Cómo negociar la Vía para alcanzar este objetivo?Pues bien, si los antiguos por dos cuartos hacían un caldo de hierbas silvestres, vosotros con dos cuartos elaborad un suculento potaje. Vaya, ¡qué difícil es la tarea!. Las condiciones de hoy en día están tan alejadas del pasado como la distancia que separa el cielo de la tierra, ¿cómo podríamos siquiera compararnos a los maestros del pasado? Sin embargo, aplicándonos sin escatimar esfuerzos, no hay razón para no hacerlo tan bien o mejor que ellos. Si esto no os parece evidente, es que todavía no habéis clarificado suficientemente vuestro espíritu. Vuestros dispersos sentimientos galopan como un caballo salvaje y vuestras emociones saltan de rama en rama como un mono. Sin embargo, cuando estos fogosos y dispersos pensamientos retroceden y se vuelven sobre sí mismos,aunque no sea más que por un instante, nuestra naturaleza original aparece automáticamente y todas las cosas son iguales y armoniosas. Así es como dirigimos las cosas en lugar de ser dirigidos por ellas. Un espíritu aclarado y tranquilo no es ni tuerto ni ciego y abraza todos los aspectos de la realidad. La hoja de legumbre que tienes en la mano se convierte en el cuerpo sagrado de la última realidad y este cuerpo que tienes en la mano se vuelve simple legumbre. De la práctica de este maravilloso poder de transformación, propia de la actividad del buda, se benefician todos los seres..."

No puedo más que sorprenderme con el valor de estas palabras, hacen de la cocina algo más allá, que alimenta no sólo el cuerpo, que trasciende la realidad. ¿Es la cocina una escuela de sabiduría? No lo puedo afirmar, tal vez trabajando tan arduamente como exige el trabajo en cocina uno llega a conocerse a sí mismo, y como decían los griegos: "Quién se conoce a sí mismo conoce el universo y los dioses." De cualquier modo les recomiendo el tratado vale la pena darle una mirada.

Termino este post al más puro estilo zen, con un cuento:
"Seppo Gisson fue en su momento cocinero en el monasterio de Tozan Ryokai. Un día que estaba lavando el arroz, el maestro le pregunto:" ¿Quitas la arena del arroz, o quitas el arroz y dejas la arena?" Seppo le respondió:" Hago las dos cosas al mismo tiempo." ¿Entonces que van a comer nuestros monjes?" preguntó Tozan. Como respuesta, Seppo volcó el cubo. Tozan le dijo: "¡Llegara el día en que partirás a la búsqueda de otro maestro!". He aquí como practicaban antiguamente nuestros grandes antepasados: ellos dominaban la Vía trabajando con las manos. ¿Cómo nosotros,sus lejanos descendientes, podemos ser tan negligentes en nuestra práctica?. Un maestro ha dicho:"Remangándose es como el tenzo realiza el espíritu de la Vía". Tened cuidado de no confundir un grano de arroz con un grano de arena y lo dejéis escapar."


1 comentario:

Anónimo dijo...

Filosòfico estas.....