Sábado, 29 de Julio de 2006
Cuando fui a Amazonas tuve la suerte de no llegar a un hotel sino que llegamos a la casa de una familia de tradición en ese estado. Su casa queda en el barrio donde queda el mirador del Orinoco, la foto que les dejo es la vista desde este mirador. Desde la casa se puede ir caminando a playa Bagre, una playa en la rivera del rió Orinoco, allí los pescadores que hurgan en las aguas de los raudales de este gran río con unas pequeñas balsas que parecen desafiar la fuerza del caudaloso Orinoco, a esa playa traen el fruto de sus esfuerzos y unos señores en unas carretillas compran baratísimo los pescados y se los revenden a las pescaderías. Es una lástima que ni hay un control oficial de veda de las especies ni hay una organización por parte de los carretilleros y pescaderos, ni cuartos fríos, lo que no venden en el día lo desechan, una lastima.
En Bagre compramos unos pescados: una Payara grandísima y una gran Bagre, muy baratos, los llevamos a la casa y allí los preparo una de las mujeres de la casa, la relleno con cresta de gallo, una mezcla de mañoco (harina gruesa de yuca) y vegetales o aliños como se dice en Venezuela y sazono el pescado con sal. Luego envolvió el pescado en hojas de plátano, por supuesto de su huerto y después en papel aluminio, lo llevó a las brasas hasta que estuvo a punto. La Payara así cocida fue puesta en la mitad de una mesa redonda y la comimos directamente en las hojas de plátano, la guarnición el relleno de mañoco y vegetales que absorbió los sabores del pescado y le transfirió esos sabores al mismo. Una memorable comida, la acompañamos con Catara, que es un picante hecho con jugo de yuca amarga, ají tornillito, y bachacos culones y por su puesto tomamos cerveza bien fría.
Guardo buenísimos recuerdos del Estado Amazonas lleno de gente llana y atenta, de un verde exuberante y de una energía muy fuerte, tanto que quise quedarme a vivir por allá.
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