

El gusto por las flores es común en casi todas las culturas del mundo, las flores son símbolo de belleza y su corta vida nos hace pensar en lo efímera que es nuestra propia existencia; suelen usarse las flores como alegoría de la vida y la muerte, del renacimiento y de lo sagrado. Las referencias de flores en las artes plásticas, la literatura y la música son infinitas. Los Girasoles de Van Gogh y Los Nenúfares de Monet brillan en nuestra memoria. En la novela Cien Años de Soledad cuando muere José Arcadio Buendía una llovizna de minúsculas flores amarillas cayó toda la noche sobre Macondo; Las Flores del Mal de Baudelaire resuenan aún en el lector y para Dante el Paraíso tiene forma de rosa.
Pero ¿qué pasa cuando se usan las flores como ingredientes en los platillos que vamos a comer?
¿Quién no recuerda las codornices con pétalos de rosa de la película Como agua para chocolate?, basada en la novela de la mexicana Laura Esquivel. El uso de flores comestibles existe desde el principio de la humanidad, en Oriente son parte de los ingredientes ordinarios y en Occidente el uso de ellas en la gastronomía recientemente ha tomado un lugar preponderante y se podría decir que su uso culinaria está en boga. Grandes Chef de todo el mundo usan flores no solo para decorar sus platos sino como ingredientes de ellos.
Aunque son casi infinitas las variedades conocidas de flores no todas son comestibles, incluso existen algunas venenosas. Entre las que sí se pueden comer podríamos mencionar a las rosas, las violetas, pensamientos, jazmines, azahares, amapolas, gladiolos, tanto los pétalos como los bulbos de los tulipanes, claveles, crisantemos, geranios y la flor del calabacín tan apreciada en México e Italia y que en los mercados venezolanos es desechada. De las flores se comen solo los pétalos, es necesario retirarles el pistilo y una pequeña parte blanca que es muy amarga que está pegada a la corola. Y muy importante conocer la procedencia, preferiblemente que sean cultivadas por alguien conocido, ya que el uso de pesticidas en su producción resultaría dañino y hasta peligroso en el consumo.
Michel de Nostradamus el mismo de las famosas Centurias proféticas escribió también un recetario llamado: Tratado de las confituras, allí se anticipa agorero a la moda de comer flores y nos da la fórmula de ésta Confitura de Rosas:
“Tomad bellas rosas cuyo perfume recuerde al de Arabia, o de la ciudad de Ispabán o bien al de las del Valle de las rosas en Bulgaria. Deshojadlas cuidadosamente y cortad las puntas de los pétalos que son, a menudo, amargas y duras. Ponedlas a remojar en agua fría, añadid algunas gotas de agua de rosas y zumo de tre

2 comentarios:
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